jueves, 3 de junio de 2010

El legado de Lévi-Strauss por Martin Heidelberger / Evan Romero-Castillo

Un gran intelectual no le teme ni a la controversia ni al pensamiento libre. Y el antropólogo francés Claude Lévi-Strauss demostró ser un libre pensador en más de una ocasión. En 1971, por ejemplo, cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) le pidió que inaugurara el año internacional de la lucha contra el racismo con una ponencia, Lévi-Strauss aceptó y articuló un discurso que, no por falta de lucidez, terminó incomodando a los propios representantes de ese ente internacional. El argumento de Lévi-Strauss: todos los esfuerzos de la ONU para combatir el racismo y sus secuelas están condenados al fracaso.

El racismo: la punta del iceberg
Según el científico francés, el racismo es un trastorno cultural cuyas causas deberían buscarse en problemas que tienen raíces aún más profundas. En el fenómeno de la sobrepoblación, por ejemplo, o en la destrucción de los recursos naturales no renovables y los espacios en donde se desarrolla la vida. Estos factores habían sido ignorados por completo por la ONU; hasta entonces se apostaba a que el modelo de desarrollo occidental generaría bienestar a escala global.

Lévi-Strauss estaba convencido de lo contrario: si de propiciar el bienestar global se trata, más bien se debe partir de conocer y respetar los sistemas de valores que existen en el mundo, atribuyéndoles igualdad de jerarquía a pesar de sus diferencias. No hay razones objetivas que permitan considerar al Occidente moderno como un modelo de sociedad superior a otros usualmente descritos como “primitivos”, decía el etnólogo francés.

El ejercicio de la reflexión
Aún desde la perspectiva actual, Lévi-Strauss sigue demostrando haber sido un pensador inconformista, un visionario con tino. De hecho, hoy día, la ONU presta atención a procesos que no se pueden explicar con facilidad usando modelos convencionales. Se puede decir que ciertas posiciones de reflexión desde donde se critican procesos como el de la globalización y sus efectos negativos, por ejemplo, representan el legado más importante de Lévi-Strauss.

Con su libro Tristes trópicos, su best-seller del año 1955, Lévi-Strauss se convirtió en uno de los primeros autores en hacerle entender a la opinión pública que las condiciones de vida en el mundo estaban cambiando dramáticamente frente a sus ojos. Además, el discurso empleado en su volumen ­­–una innovación literaria a medio camino entre la ciencia y el arte– hizo que fuera percibido con frecuencia más como escritor que como científico.

Un testigo excepcional
Tristes trópicos retrata de manera concreta el acelerado proceso de devastación de la variedad cultural y biológica del planeta, un fenómeno que ya a mediados del siglo XX lo inquietaba notablemente; Lévi-Strauss no usaba el término “globalización”, pero desarrolló un lenguaje que le permitió describir sus efectos. Entre los sociólogos y etnólogos el llamado “padre de la antropología estructural” es considerado como una figura anticuada; muchos asocian el nombre de Lévi-Strauss con la esperanza de concebir una metateoría de la cultura de validez universal, semejante a la hipotética “teoría del todo” con que, en el campo de la física, se busca explicar todos los fenómenos físicos conocidos.

Durante el siglo que a Lévi-Strauss le tocó vivir, más de un millón de kilómetros cuadrados de selva amazónica fueron devastados. Muchos de los territorios otrora ocupados por selvas tropicales lluviosas, selvas que el antropólogo visitó en la década de los treinta, se encuentran hoy cubiertos con monocultivos de soya, palmas aceiteras y grandes extensiones de pasto. Lévi-Strauss fue testigo excepcional de la que probablemente sea la desaparición de especies más grande desde la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años.

Su legado, una advertencia
“Nosotros admiramos ciertas síntesis de gran complejidad”, dijo Lévi-Strauss una vez durante una conversación con el filósofo y escritor francés Jean-Marie Benoist. “El hecho de que las obras de Rembrandt o Miguel Ángel fueran destruidas nos parecería un desastre, una catástrofe mundial. Pero cuando se trata de la destrucción de síntesis aún más complejas e insustituibles, como las distintas especies animales y vegetales, reaccionamos con la más absoluta indiferencia e irresponsabilidad”. Lévi-Strauss advierte que la Humanidad se ha enrumbado por un camino peligroso; para sobrevivir como especie, el Hombre deberá aprender que él es solamente un ser vivo entre muchos otros.


http://www.dw-world.de/dw/article/0,,4861423,00.html

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